¿Nunca has sentido como si tus piernas no pudieran con tu
peso? ¿Cómo si se fuera doblando, haciendo que te desvanezcas entra el bullicio que hay a tu alrededor? ¿Nunca
sentiste la necesidad de tirarte al suelo?
Pues en esos momentos la única solución es el llanto. Llorar,
que las lágrimas inunden los ojos. Dejar que todos los pesos se marchen
nadando entre ellas. Sí, estoy llorando y sí, te echo de menos.
Abrázate a tus piernas, acúnate, todo saldrá bien.
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