viernes, 16 de diciembre de 2011

Noches frías.


-Me sentí diferente, ya no notaba mi cuerpo, el frío lo había congelado demasiado. Sólo era capaz de captar lo que mi mente decía. Me gustaba esa sensación y me dejé llevar. Dejé de existir por unos instantes y me convertí en una mente, sin nada más. Fue en ese momento, cuando el frío asfixió cada una de mis células que sentí la felicidad

-Pero...¿qué me intentas decir? Empiezo a asustarme. 

-No te asustes, no hablo del suicido, hablo de una sensación diferente a la vida, pero no de la muerte. En ese momento sentí que podía volar y llegar a la cima de la catedral, mi cuerpo no pesaba, y mis ideas eran tan frágiles... ¿Sabes? Entendí muchas cosas, atendí soloamente a eso, a entender, y llegué a comprender que soy feliz. Que la vida es bonita de lo que creemos, no todo es odio.

-Yo no lo creo así...
 
-¿No? Damos demasiada importancia a los sentimientos y son mucho más simples de lo que creemos. No creo que llegues a entenderme...

-Inténtalo.

-Pues bien, solemos preocuparnos demasiado, nos atormentamos porque hacemos daño y lloramos porque nos los hacen a nosotros.
Te voy a decir una cosa, si haces daño, pocas veces lo harás de verdad, pocas veces lo harás intentando buscar la infelicidad de otra persona. Si te hacen daño, pocas veces lo harán porque te desean algún mal. Quiero decir con esto, que acostumbramos a buscar aquello que nos duele, somos nosotros mismos quienes nos hacemos daño. Sé que decirlo parece muy fácil, y siempre llevarlo a la práctica se complica más, pero, dime ¿acaso no piensas cómo yo?
 
-No lo sé... es complicado.

-Claro que lo es, no hay nada fácil en la vida. Intenta buscar la parte positiva de las cosas que te pasan, y ponerte en el lugar de aquellos que te rodean.
Por eso, te repito que, cuando el frío recorrió cada parte de mi cuerpo, doliéndome, entonces, conseguí ser feliz.

1 comentario: